Evitemos la sal

Hoy en día uno de los principales problemas es la presión alta, y uno de los factores que lo provocan es el exceso de sal en las comidas, o bien en las comidas rápidas que aparte de sal contienen mucha grasa, la retención de líquidos y la hipertensión son ocasionados por una dieta alta en sal, es por eso que debemos evitarla y utilizarla lo menos que podamos.

Existe una gran variedad de hierbas aromáticas y especias en polvo que nos pueden servir para realzar los sabores de nuestros alimentos, no hace falta echarle sal a una comida que tiene vinagre, limón o aceite de oliva. Tampoco si le ponemos comino, cúrcuma, pimienta, orégano o albahaca.

Los condimentos y salsas que añadimos a nuestros platos Especialmente cuando comemos fuera de casa se mezclan a menudo con el alimento. Colocarlos a un lado permite calcular mejor su consumo tomando lo justo sin prescindir de ese sabor.

Almendras y nueces son aperitivos deliciosos, pero se comercializan habitualmente bañadas en sal. Comprarlas sin sal y añadir posteriormente, si queremos, un poquito por nuestra cuenta, es una opción mucho más sana.

La sal retiene líquidos en el cuerpo, por lo cual aumenta la presión arterial y favorece el desarrollo de hipertensión crónica, en un gran porcentaje los pacientes que sufren ataques cardiovasculares o enfermedades cardíacas llevan una dieta elevada de sodio, por esto debemos evitarla y consumir productos naturales sin condimentos y sal.

Tener el salero a la vista es perjudicial, ya que se trata de un estímulo para nuestro cerebro, probamos un bocado e inmediatamente le echamos sal. Incluso algunas personas esparcen estos granitos blancos antes de degustar la comida

El problema, como todos sabemos, es que la sal es un potenciador de sabor cuyo abuso conlleva una serie de peligros muy delicados: problemas de hipertensión y riesgo de enfermedades del corazón o de accidentes cerebrales. Si bien el sodio en su justa medida es necesario para nuestro organismo, el exceso continuado no nos va a hacer ningún bien.

Calcular y registrar la cantidad de sodio que consumimos es tarea casi imposible. Cortar de raíz con la sal nos provocaría un choque demasiado grande y tampoco sería la solución adecuada. Pero sí hay maneras de controlarla modificando algunos hábitos.