Reglas básicas del entrenamiento deportivo

Hemos dicho ya en distintas ocasiones que existen unas bases científicas sobre las que debe fundamentarse todo entrenamiento profesional. Dichas bases son los principios del entrenamiento deportivo, que representan el conjunto de normas o directrices que se han de cumplir a la hora de planificar y realizar un entrenamiento saludable.

 

Algunos principios son:

 

Individualización. Existen multitud de causas (herencia genética, maduración, descanso, nivel de condición física, motivación, nutrición…) que hacen que un mismo entrenamiento produzca diferentes resultados en sujetos distintos. Por lo tanto se necesitan entrenamientos individualizados que se adapten a las características propias y específicas de cada persona.

 

Especificidad. Todo entrenamiento provoca una serie de estímulos a los que nuestro organismo responde de una manera determinada, por ello, a la hora de obtener el mayor rendimiento posible en la consecución de una meta física, el entrenador debe buscar la especificidad a todos los niveles posibles.

 

Progresión. La repetición reiterada de un mismo plan de entrenamiento hace que los estímulos que dicho entrenamiento provoca dejen de tener efecto con la consecuente disminución del rendimiento. Es por ello necesaria una elevación gradual y progresiva de las cargas del entrenamiento que evite la ineficacia del plan de trabajo físico seguido, tanto por sobreentrenamiento si el aumento de la carga es excesivo, como por desentrenamiento si las cargas se mantienen o no se aumentan lo suficiente.

 

 

Variedad. Con la misma finalidad con la que se aplica el principio de progresión, si queremos evitar fases de estancamiento en el rendimiento y la ineficacia de un entrenamiento, es necesario que el entrenador introduzca cambios en el plan de trabajo que eviten la repetición continuada de un mismo estímulo. Para conseguir que esos estímulos sean variados se han de modificar los ejercicios, los métodos de trabajo, la cargas, las intensidades, las velocidades de ejecución, etc.

 

Continuidad. Para que el entrenamiento produzca los efectos deseados, los estímulos deben repetirse de forma continuada. En caso de producirse interrupciones o fases de inactividad, la ausencia de estímulos reiterados provocaría un descenso del nivel de forma y del rendimiento. Es necesario realizar acciones repetidas (ser constantes) combinando trabajo y descanso, y utilizando cargas de diferente nivel que produzcan efectos adaptativos positivos, es decir, que garanticen la eficacia del entrenamiento.